domingo, 19 de abril de 2015

Después de leer un libro algo cambia en nosotros

'Después de leer un libro, algo en nosotros se transforma'

Philippe Claudel, director y novelista francés, viene a Colombia para hablar sobre literatura.


Hay una cierta serenidad cuando se está junto al escritor y cineasta francés Philippe Claudel (nacido en 1962). Ni siquiera el alboroto del metro de París lo perturba, se sube a uno de los vagones como cualquier ciudadano de a pie, mientras cuenta que acaba de terminar la mezcla de sonido de su última película, Una infancia (Une enfance) y que ya solo le quedan algunos detalles por resolver para poder regresar a casa, en su natal Nancy.
Habla despacio y con un tono suave, como si con cada palabra que pronunciara se le viniera a la mente una de las preguntas que se plantea cuando le da vida a una novela o al guión de una película.
“La literatura y el cine son maneras de hablar del mundo –dice– y yo no he podido nunca dejar de preguntarme por lo que pasa en este mundo en el que vivimos. No llego necesariamente a resoluciones y respuestas, pero sí encuentro pistas que me permiten comprender algo, y esa comprensión o ese camino hacia la comprensión es lo que le ofrezco a mis lectores y espectadores”.
Es que Claudel ha cosechado éxitos y seguidores, tanto con sus películas Silencio de amor, Antes del frío invierno y Hace mucho que te quiero (dos Premios César), como con sus novelas. De hecho, Almas negras, La nieta del señor Linh y El informe de Brodeck han sido traducidas a más de cuarenta idiomas y galardonadas con premios que van desde el Renaudot hasta el Goncourt de los estudiantes y que él recibe con agrado, aunque asegura que su verdadera recompensa es saber que hay quienes leen y ven las novelas y películas que escribió “sin demasiadas pretensiones, en el recogimiento de mi pequeña ciudad de infancia”.
Sus libros tienen escenas cinematográficas y sus películas diálogos de novela, ¿cómo se complementan esos dos lenguajes?
Lo que me interesa es la imagen: cómo el cerebro produce una imagen y encuentra la manera de compartirla con otros. Es decir, cuando escribo o cuando hago una película trabajo con escenas que veo en mi cabeza y que luego transcribo con palabras o con una cámara para que sean accesibles a los demás.
¿Cómo trabaja con un pie en el cine y otro en la literatura?
Necesito esa doble actividad, pues son tan diferentes entre sí, que me permiten hacer una síntesis de los temas que voy a abordar. En una novela construyo un mundo, exploro temáticas que sería incapaz de llevar al cine. Y a la inversa, en mis historias del cine, me intereso más en pequeñas fragilidades humanas y en ambientes muy contemporáneos. Son dos lenguajes que me permiten sentirme completo.
Varios de los protagonistas de sus novelas son personajes que escriben. ¿Con ellos reflexiona sobre su propio oficio de escritor?
Desde mi primer libro hay alguien que no es escritor, pero escribe su historia. La novela que estoy escribiendo ahora es también sobre ello y creo que eso se explica por la voluntad de entender por qué uno escribe. Todos esos narradores son un poco yo mismo, pues la escritura es a la vez una actividad simple y extraña. Siempre me he preguntado por qué algunos de nosotros escribimos y otros no.
¿Y ha encontrado una respuesta?
Estos personajes no tienen como oficio escribir, abordan la escritura con toda ingenuidad y ahí descubren el poder que tiene. Por ejemplo, en El informe de Brodeck, él se da cuenta de que la escritura le permite reconstruir, revivir, conmocionarse y unir elementos para darle sentido a su mundo... Ese, creo, es el principio de la escritura: darle sentido a lo que no tiene sentido.
Eso en el mundo del papel y la tinta, pero ¿encuentra algún sentido desde ahí para el mundo real?
Es la gran contradicción, porque cuando uno escribe, crea un mundo, construye geografías, ubica allí seres, cosas, lugares y climas, eso permite dar coherencia y hacer que las cosas funcionen; en cambio, en la vida, no siempre funcionan. Pero lo que sí es cierto es que cuando terminamos de leer un libro, no hablo necesariamente de los míos, sino de las grandes obras de la literatura, donde el escritor ha logrado encontrar coherencia, no solo en términos de explicaciones, sino de armonía entre los acontecimientos y entre el actuar, los pensamientos y los sentimientos de los personajes, nosotros, como lectores, salimos diferentes de esos libros, puede que nada en el mundo cambie, pero algo en nosotros se transforma.
Hablemos de ‘El informe de Brodeck’ (premio Goncourt de los estudiantes 2007), en el que aborda la Segunda Guerra Mundial desde un ángulo muy diferente a los habituales, allí trata de comprender a los seres humanos que la vivieron...
Cuando escribo un libro, lo hago desde preguntas que me he hecho. Todos sabemos que la Primera y la Segunda Guerra fueron grandes traumatismos del siglo XX y no dejaremos de sacudirnos la cabeza y decirnos: ‘¿pero cómo, cómo fue posible?’. Sin embargo, yo me preguntaba por algo más: quería comprender cómo se podía volver a ser humano, cuando todo alrededor era inhumano. Cómo reconstruirse a sí mismo, cómo comportarse, preservarse, volver a creer en los otros, volver a vivir con los otros y, sobre todo, cómo ejercer el oficio de ser humano. Así que hice un acercamiento casi mitológico y dejé a un lado los eventos históricos.
Hay una escena en la que describe muy bien esa ‘inhumanidad’: ‘A veces, cuando los guardias estaban borrachos o aburridos, se divertían poniéndome un collar y una correa. Tenía que gatear así, con el collar y la correa. O ponerme en pie, girar sobre mí mismo, ladrar, sacar la lengua, lamerles las botas... Los guardias ya no me llamaban Brodeck, sino perro Brodeck. Y reían a carcajadas’.
Brodeck acepta todas esas humillaciones por el amor que le tiene a su esposa, porque sabe que ella lo espera y solo por eso desea mantenerse vivo. Cuando nadie nos espera, no hay ninguna razón para seguir adelante. Al final, tal vez esa es una de mis posibles comprensiones: lo único que importa es el amor profundo.
¿El amor como generador de sentido?
Lo más hermoso del mundo es el amor entre dos seres humanos. Es el sentimiento que aporta más emociones y el único que puede construir en vez de destruir, dar energía, fuerza, felicidad, placer, esperanza. Si la vida tiene un sentido, debe estar fundamentado en la relación con los otros. No creo que sea posible una realización egoísta de la vida, no se puede tener como objetivo ser simplemente feliz uno mismo, no se puede ser feliz solo, somos felices gracias, por y con los otros.
Tras la inhumanidad, ¿dónde queda la dignidad?
Con esa escena del perro lo que quiero es plantear la pregunta de ¿Quién es más animal? ¿Quién queda más degradado en su humanidad?: ¿el que acepta porque tiene un fusil apuntándole a la cabeza o el que sostiene el fusil? Es lo mismo que cuando vemos hoy a esta organización terrorista del Estado Islámico decapitar a la gente. ¿Quién ha perdido su dignidad? La víctima la tiene intacta, pero quien no tiene ni dignidad ni humanidad es el que degüella a otro ser humano.
Según el libro, el arte puede mostrarnos la ‘verdadera esencia’ de un ser humano, ¿de dónde proviene esa idea?
Estoy convencido de que el arte, en cualquiera de sus lenguajes, nos revela, nos puede decir mucho más sobre nosotros mismos de lo que nos imaginamos. De hecho, una de mis fuentes de inspiración fue el pintor Otto Dix, los nazis quemaron centenas de sus cuadros porque representaba la naturaleza humana como ellos no querían verla. Actualmente estamos en una sociedad llena de dudas, preguntas, angustia y perturbaciones y el arte está ahí para ayudarnos a enfrentar todos los retos que tenemos en frente, pues le puede permitir a ciertos hombres avanzar en reflexiones y participar en ese gran laboratorio de ideas que puede hacer cambiar las cosas.
Pero esos hombres que toman las decisiones que llevan al cambio no están necesariamente muy cercanos a las artes…
En las sociedades democráticas tenemos un gran problema de representatividad: ¿los hombres que elegimos se parecen a nosotros? Sabemos que son hombres que terminan interesándose más por su carrera que por el bien común, pero nosotros mismos los hemos elegido. Eso pasa en Francia y somos conscientes de que tenemos que hacer algo mejor para tener mejores gobernantes. También nos estamos preguntando ¿qué es un hombre político? y ¿cómo es ese hombre que va a sentarse en una mesa a decir: ‘¿es necesario que volvamos a vivir juntos?’. Y aunque no sea evidente la respuesta, va a hacer todo lo posible para procurar encontrarla.
Cuándo y dónde
El autor francés conversará con el editor Nicolás Morales, el viernes primero de mayo, a las 6 p. m., en el auditorio José Asunción Silva, de Corferias.
El sábado 2 de mayo se llevará a cabo la mesa redonda ‘¿Qué tienen las palabras que no tengan las imágenes y cómo se construyen imágenes con palabras?’, con Mauricio Bonnett, Philippe Claudel y Víctor Gaviria. Modera: Hugo Chaparro.
Mas info aqui

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